jueves, 4 de abril de 2013

POBRE JUBERT

No sirve de nada llorar mas sólo quedan ganas de morir o, para que los más impresionables no se tiren de los pelos, de dormir eternamente rodeado de goteros para no hacer ni fuerza si quiera al tragar o abrir la boca. 

A Jubert lo tachan de prepotente, egocéntrico, arisco, tajante a la hora de decir las cosas e incluso inapropiado, y puede que sea todo cierto pero las circunstancias son las que son , no hay más que hablar. Porque siguen y siguen las paranoias visto desde el burladero, desde las gradas, siguen aconsejando la evasión, el entretenimiento ( graciosa palabra: "entretente" ). Con sueño, una lápida de cientos de toneladas sobre la espalda carga Jubert, este chico inglés de tan sólo 19 años, que podría preguntarse eso de ¿por qué me ha tocado a mí? y sin embargo se pregunta ¿ y por qué no? 

Delgado, haraposo y desarreglado por dentro y por fuera camina solitario y con la mirada perdida en el suelo para no tener que saludar a nadie, cuando tan sólo hacía unos pocos años era el ser más cariñoso y amable de la faz de la tierra. El incomprendido, el paranoico, el fugaz, el inservible... Sólo es comprendido por su fiel amigo Charli, un perro callejero de color negro y blanco al que adoptó por su mirada profunda y sincera, cosa que Jubert no consigue ver, por más que lo intente, en las personas.

Ha intentado por todos los medios subsistir en esta jungla de falsas e irreales bestias humanas que en vez de ayudarlo lo han hundido más y más, han girado la cara, se han cruzado de acera e incluso lo han apedreado en mitad del camino. Ha caído y se ha levantado una y mil veces el guerrero inglés con pasos firmes pero cansados, con la cara alta pero enferma, con ánimos de avanzar un metro más pero con los pies apuntalados al suelo. 

Lo que siente por dentro, la espera agónica de ciertos acontecimientos que esclarecerían sus penurias y la falta de respeto que experimenta en lo más profundo de su alma, entre otras cosas, hacen aflorar un demonio que todos llevamos en nuestro interior, algo insólito que nadie quiere ver del prójimo.
Pobre Jubert,  peca de victimista, de desolado y deprimido, de águila sin alas, de león sin dientes, de cobra sin veneno, de torero sin capote ni espada....pobre Jubert.
Empaticen, déjense de rencores absurdos postrados en el pasado y respétenlo, por lo menos eso que se lleve al inframundo, o ¿quizá ya estamos en él?

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