domingo, 21 de septiembre de 2014

EL ESLABÓN PERDIDO. TEORÍA DEL APRENDIZAJE DE LA MÚSICA DE EDWIN E. GORDON

Todos sabemos que la vivencia musical es directa, simple y abierta a cualquiera que abra sus oídos y su corazón a ella.Nuestra experiencia de la música es real y puede hacernos sentir emociones tan intensas como pocas cosas pueden hacerlo en la vida. Amamos la música y la comprendemos desde el momento que empezamos a captar, aún de forma intuitiva, sus estructuras, pequeños átomos sonoros que se quedan resonando en nuestra cabeza aún cuando la música ya no está presente y que nos animan a expresar con nuestra propia voz o nuestro propio cuerpo aquello que acabamos de vivir. Por eso queremos aprender música, porque queremos profundizar y ensanchar esa conexión innata que nos une a ese caudal inimaginable de belleza y armonía que fluye por nuestras venas.
Pero que gran sorpresa siente la persona que se anima a este viaje cuando en la primera estación, lejos de verse inmerso en cantidades ingentes de música para escuchar, gozar y comprender, se encuentra con una extraña disciplina basada en el desciframiento de unos puntitos negros sobre un papel, explicaciones teóricas que sólo sirven para confundirle e indicaciones técnicas que parecen sacadas de un manual de tortura.
Qué nos ha ocurrido para que aquello que ha sido creado para nuestro goce y disfrute, el gran arte sonoro e interpretativo, se haya convertido en un ejercicio mental, visual y teórico, muy alejado de aquella vivencia musical directa con la que la música nos enamoró. ¿Cómo es posible que los niños que aman la música acaben odiando las clases de música, cómo es posible que concertistas de piano no puedan tocar el “Cumpleños Feliz” sin partitura, cómo es posible que un brillante virtuoso se sienta totalmente bloqueado cuando se le pide que improvise algo?, ¿por qué los niños dibujan lo que ven interiormente y en cambio no se les permite que toquen lo que escuchan internamente, utilizando la maravillosa herramienta de su imaginación? Crear una canción para un niño debería ser una experiencia tan común y cotidiana como lo es hacer un dibujo y tocar en grupo fluyendo en una improvisación libre debería formar parte de las experiencias gozosas de un ser humano, como lo es una conversación íntima o un abrazo amoroso.
 ¿Por qué hemos llegado a creer que la única manera de aprender música de verdad es descifrando una partitura cuando el resultado de ello es que generamos músicos incapaces de comprender verdaderamente hasta la más simple canción popular?
Hay ya muchos profesores de música que han incorporado la vivencia musical dentro de sus aulas, bien porque sus alumnos son niños pequeños a los que parece todavía imposible enseñarles las notas en el pentagrama o las figuras musicales, o bien porque afortunadamente son directores de un coro y por tanto trabajan directamente con la música viva. Pero tristemente los niños mayores de 6 o 7 años que comienzan con la música o los que quieren aprender a tocar un instrumento les harán creer que sólo a través de descifrar la partitura podrán hacerlo.
Cualquiera puede ver que los niños en las clases de iniciación musical que reciben antes de los 6 años disfrutan la música, se mueven, cantan y se sienten motivados y alegres. También salta a la vista que los niños que cantan en un coro infantil se vuelven más musicales y raramente plantean a sus padres que quieren dejar la actividad.
Vemos que la vivencia musical es alegre, motivadora y además favorece y despierta la musicalidad en los niños, pero algo falta que permita construir sobre esa vivencia una comprensión y que el aprendizaje no sea una mera imitación. Los niños cantan, se mueven pero no saben lo que hacen, no lo comprenden y por tanto no les sirve para tocar el piano, por ejemplo. Cuando sentimos esto es cuando soltamos la alegría, la motivación y la musicalidad y agarramos la partitura, pensando que es ahí donde vamos a encontrar esa comprensión sin darnos cuenta de que ahí no está, porque hemos confundido la notación con la música y la comprensión con la explicación teórica. Efectivamente con la partitura ahora sí podré tocar el piano, pero sin darme cuenta habré renunciado otra vez a la comprensión de lo que hago.
De esta manera hemos creado dos mundos irreconciliables: el primero la vivencia musical, el movimiento, la motivación y el disfrute puramente musical basado en la interpretación a través de la imitación y el segundo la teoría musical, actividad puramente mental, basada en la vista, y centrada en comprender la lógica matemática de la partitura escrita. Entre ambos mundos hay un abismo, hay un eslabón perdido que conecte la vivencia directa con los reinos más complejos del concepto musical, que además posibilite lo que ninguno de los dos mundos tiene: la verdadera comprensión, base del más profundo, duradero y genuino disfrute musical.
El resultado es niños alegres que provienen de las clases de iniciación, a los que les encanta la música y que acaban odiando las clases de lenguaje musical porque sus profesores son incapaces de construir nada sobre las vivencias que ya forman parte de ellos o aún peor, niños que comienzan sin esa etapa y se les considera lo suficientemente mayores para ir “directamente al grano” y obviar lo que de alguna manera se considera irrelevante, sólo propio de niños pequeños, y entran directamente al mundo de la abstracción teórica, sin haber tenido la oportunidad de haber sentido la música en su cuerpo. Las consecuencias de esto son casi irreparables.
La comprensión musical no es dar explicaciones sobre las cosas, no es hablar sobre la música, ni ser capaz de descifrar una a una las notas escritas en una partitura, la comprensión musical es captar la lógica interna de la música, captar las relaciones que cohesionan los sonidos y que les dan un sentido intrínseco y esto lo hacemos en primer lugar de manera intuitiva cuando escuchamos música, como lo hacemos con el lenguaje hablado. La comprensión se encuentra en el mundo de los sonidos y mostramos nuestra comprensión cuando somos capaces de hacer algo no de explicar algo.
Despreciamos, es más, incluso ignoramos las primeras comprensiones que la música nos ofrece al entrar en contacto intenso con ella, porque son intuitivas y no teóricas y no sabemos construir nada sobre ellas. Hay un proceso natural que se despierta en la mente y en el cuerpo cuando escucha música y que se intensifica cuando se escucha con más profundidad y cuando se comienza a explorar y a responder de una manera libre y desinhibida. El cuerpo capta la lógica del ritmo y se coordina con las pulsaciones, el oído interior reconoce las similitudes, las diferencias, absorbe, registra, asimila, compara, relaciona, intuitivamente extrae el centro tonal, las sensaciones sonoras son recogidas y procesadas por nuestro sistema sensitivo y emocional. Cada melodía, cada modo, cada métrica musical transmite su esencia y nos carga de energía expresiva. Todo esto se desata sin que nos demos cuenta, sin que pongamos intención en ello y es tanto, que el profesor lo mejor que puede hacer es no estorbar, sino simplemente favorecer esa escucha atenta y estrecha.
Sobre ese proceso asimilativo y discriminativo que mente y cuerpo en unión (una clase de música sin movimiento sea cual sea la edad del alumno es un auténtico disparate) realizan por sí mismos, debemos extraer los primeros conceptos, la llave de acceso a las etapas posteriores. Y esto no consiste más que sencillamente en poner nombre a las cosas. Lo hacemos constantemente desde que nacemos, poner nombre a los objetos, sin saber que es el comienzo de la mente conceptual. El profesor ayuda a los niños a ir poniendo nombre a los objetos sonoros que ya bullen en su interior: pulsación grande, pulsación pequeña, ritmo doble, ritmo triple, ritmo irregular, mayor, menor, tónica, dominante, etc. Los patrones rítmicos y tonales, pequeños átomos sonoros que guardan la coherencia del todo, formarán el vocabulario básico con el que los niños comenzaran a crear sus primeras “palabras” y frases musicales.
Desde ahí llegamos al punto de mayor concreción conceptual para el músico, el uso de sílabas que le ayuden a captar esa lógica interna de la que hemos hablado. Es importante insistir en que la música es relativa, la frecuencia absoluta de las notas no tiene ninguna importancia y muy raramente pueden ser identificadas en la escucha. Los sistemas de sílabas tanto rítmicas como verbales que se utilizan en la mayoría de los sistemas de enseñanza musical tienen su base en la notación musical y necesitan un apoyo teórico. Para el ritmo y a pesar de las dificultades que los niños muestran en este campo, muchos profesores no utilizan sílaba ninguna que ayuden a los niños a conceptualizar el ritmo, o utilizan recursos muy limitados como el uso de palabras o sistemas que se basan en las figuras musicales y que por tanto necesitan de explicaciones teóricas. Para lo tonal tampoco estamos mucho mejor, el sistema de do inmóvil que utilizamos es un sistema atroz, tan mal pensado que es difícil de comprender como seguimos aferrándonos a él. Es un sistema tan confuso que nos impide ver incluso las relaciones más sencillas entre las notas y sólo se puede sostener si comenzamos con la partitura y la teoría musical previamente.
Como vemos estos son nuestros errores más flagrantes:
  1. Despreciar la vivencia e ignorar la comprensión intuitiva que se activa por sí misma y mucho menos ser capaces de potenciarla o construir algo sobre ella.
  2. Utilizamos conceptos musicales basados en la notación musical y no en la música real, con un sistema de solfeo rítmico y tonal inadecuado.
Esbocemos un camino desde la vivencia: se despliegan los aprendizajes intuitivos en el niño que escucha atenta e intensamente música, porque se mueve, porque juega, porque interactúa, porque explora, el profesor guía su atención hacia los elementos sonoros de los cuales puede extraer la comprensión de las relaciones entre los sonidos, la nota de reposo, la relación entre la pulsación y su subdivisión, patrones rítmicos, patrones tonales, se accede a la parte conceptual comenzando a poner nombre a lo que escucha y se utiliza un sistema de sílabas rítmicas y tonales que ayuden a ser consciente de las relaciones y que se basen al 100% en la audición y no en la escritura ni en la teoría musical.
Desde esa comprensión y vivencia globalizada, el niño no solamente no perderá nunca, sea cual sea su edad o su etapa de desarrollo musical, la vivencia directa y real con la música, sino que además irá siendo capaz de desarrollar habilidades cada vez más complejas cómo músico y llegará a poder leer y escribir música con comprensión, es decir, sabiendo cómo suena la partitura sin necesidad de tocarla previamente en el instrumento.
Pero sobre todo, y lo más importante, podrá tocar música desde su imaginación. La música será para él un lenguaje a través del que expresar sus emociones, sus estados de ánimo, sus ideas y su creatividad. Podrá tocar y acompañar cualquier canción de oído, en cualquier tono que se le plantee, podrá transportar cualquier pieza, podrá tocar piezas de memoria sin miedo porque sabrá improvisar las notas que se le olviden. La música formará parte inseparable de su mundo interno.

lunes, 15 de septiembre de 2014

CARTA DE JOSÉ LUIS SAMPEDRO AL PRESIDENTE DEL GOBIERNO

Querido señor Presidente:
Es usted un hijo de puta. Usted y sus ministros. Se lo digo así, de entrada, porque sé que nunca va a leerme, como nunca lee usted libros, ni nada más que periódicos deportivos como usted mismo ha confirmado, jactándose, como buen español de ser un ignorante. No se engañe, por eso lo han votado tanta gente. Perdonen los demás el exabrupto, pero es que está demostrado que somos lo que nuestros padres nos han educado, y si usted y sus ministros son como son, es porque sus madres muy bien no lo han hecho. A pesar de los colegios de pago, de pertenecer a la oligarquía de épocas dictatoriales, etc.
Verá usted, señor presidente. Lo que más me molesta no es que usted sea un bastardo malnacido, sino un ignorante, y sobre todo un mentiroso. Se presentó a unas elecciones diciendo que no haría cosas que ahora hace. Dijo hace tiempo que la posibilidad de una amnistía fiscal le parecía injusta y absurda, y no ha tardado ni tres meses en recurrir a esta medida de forma injusta y absurda, como señala el diputado de IU Alberto Garzón al que usted y sus secuaces ningunean como a cualquier otro que no sea seguidor suyo. Ésa es la democracia que ustedes entienden, ignorar a los representantes de la ciudadanía que no les afín. Usted dijo que la Sanidad y la Educación no se tocaban, y la han tocado pero bien. A la banca nada, y eso que los grandes expertos en economía señalan que, o le metemos mano a sus amigos de las finanzas, o nos vamos a pique.
Le voy a explicar unas cuantas cosas dado que usted es un ignorante que lee prensa deportiva en lugar de libros de historia, economía o política. Durante los años 20 hubo gente que tuvo la genial idea de crecer mucho, por encima de sus posibilidades como ahora tienen ustedes tan de moda decirnos. Tanto que incluso a Churchill, para salir de la situación de postguerra, se le ocurrió revalorizar la libra, lo que trajo bajada de sueldos y aumento de las horas de trabajo. No sólo no se creció por encima de lo esperado sino que destruyó la posibilidad de crear un modelo sostenible de crecimiento basado en el consumo, lo que permite terciarizar una economía y hacerla verdaderamente competitiva. Eso es ser un país desarrollado y no ganar mundiales de fútbol. Cuando llegó la crisis del 29 y la posterior recesión mundial en los 30, en un país tan poco sospechoso de socialista, comunista o lo que ustedes quieran, como EEUU, decidieron adoptar una cosa llamada New Deal, que consistió, entre otras cosas, en subir los sueldos y bajar las horas de trabajo. Como consecuencia, había más puestos de trabajo para cubrir esas horas de menos, y los que salían de su trabajo lo invertían en consumo, lo que reactivó la economía y permitió al país dar un definitivo empujón hacia arriba para salir victorioso de una Guerra Mundial que libró en tres continentes.
Por si usted no lo sabe, las medidas que está ejecutando han conseguido lo contrario. Hablo en pasado porque tal vez no lo sepa, pero no hay nada nuevo en los famosos “recortes”. Argentina, Chile, Polonia, Rusia y así hasta un largo etc de países engrosan una horrible lista de fracasos de las políticas neoliberales de Milton Friedman y el Consenso de Washington que desde los 70 llevan intentando hacernos creer que sumergir a un país en el shock económico es una salida a la crisis. Jamás las medidas de la Escuela de Chicago han funcionado. Jamás un país ha salido de la crisis de esa forma. Jamás una sociedad se ha beneficiado de ello. Por el contrario, ha generado suicidios, deterioro del Estado del Bienestar (que ustedes insisten en decir que se ha terminado mientras vemos cómo crece y se desarrolla en otros países de nuestro entorno) y ha destruido el futuro de numerosas generaciones.
Usted miente, señor Presidente, y es sumamente peligroso. Porque el anterior era un inútil, pero usted es un pirómano en mitad de un incendio. El otro creía vivir en el País de las Maravillas y usted nos está sumiendo en el País de los Horrores. Toda política fiscal que no se base en la generación de riqueza, toda medida relativa al empresariado que no atienda prioritariamente a las empresas que cotizan más del 60% de sus ganancias en forma de sueldos e impuestos en España (y no Repsol, que solamente invierte un 20% y ahora la defienden como española; hay empresas extranjeras que reparten más beneficios al conjunto del país), todo lo que no sea alumbrar un futuro basado en la investigación y no en el trabajo precario, es destruir el futuro del país. A usted y sus secuaces se les llena la boca diciendo que hay que fomentar el emprendedorismo, y en lugar de ello desarrollan un plan basándose en los ideales especulativos de los dirigentes de la CEOE cuyo historial de empresas arruinadas por la especulación de la que ellos salen indemnes mientras el Estado se hace cargo de los parados que dejan es absolutamente bochornosa. Eliminan de todo plan de emprendedores la posibilidad del emprendedor social y generan únicamente una nueva casta de tiburones amparados en una reforma laboral neofeudal.
Ustedes se olvidan que los países desarrollados como EEUU, Alemania, Francia, etc., invierten entre el 2′6 y el 3′4% del PIB en I+D+I. España no sólo necesita un esfuerzo superior (en torno al 6%) para ponerse a su altura sino que ustedes nos bajan la inversión del 1′3% al 0′9%. Para entendernos, usted que sólo lee sobre deportes, es la diferencia entre inventar un coche, y fabricarlo. Quien lo inventa tiene los beneficios de todos y cada uno de los coches que se venden. Quien lo fabrica sólo de las unidades que salen de su fabrica. ¿Dónde se inventan los coches? En Alemania, por citar un caso. ¿Dónde se fabrican? En España, Polonia o Rumania. Es evidente de quiénes estamos más cerca, pues. Al darle el hachazo que usted le ha dado a la investigación nos condena a ser un país de camareros, portaequipajes, y por supuesto de trabajadores poco o nada cualificados que trabajemos para empresas extranjeras a sueldos miserables mientras tenemos la moneda de los países con mejor calidad de vida. Si seguimos en el euro es para vivir como ellos, no para que ustedes nos hagan vivir como en Botsuana con precios de París.
Usted nos está suicidando económicamente. Tal vez no sepa quién es Paul Kruggman, pero es Premio Nobel de Economía. Para él es evidente que usted nos miente o no quiere darse cuenta de que no estamos ni siquiera en recesión, sino en fase de depresión, y sus medidas nos hunden cada vez más. Ha aceptado ser el banco de pruebas del FMI, cuyas medidas ya arruinaron a varios países, pregunte si no por Grecia o Italia donde están fracasando estrepitosamente. Usted no le dice a la gente que estamos metidos en una III Guerra Mundial cuyas armas no son de fuego, sino que tienen a forma de experimentos socio-económicos, donde los tanques son agencias de calificación de la deuda, donde los países utilizan a los ciudadanos para intereses ajenos a estos, y donde, al final, la gente está muriendo y sufriendo, como en cualquier guerra. Usted nos dice que es bueno meter a cuarenta alumnos por clase, que es bueno que haya menos profesores, menos médicos, menos atención sanitaria, y a veces pienso que simplemente usted es gilipollas, que no puede ser que actúe con maldad. Y créame, lo sigo pensando. Los malos seguramente son otros, usted no tiene la inteligencia suficiente para darse cuenta de todo eso. Sí la tiene, en cambio, para saber que todo esto puede traer revueltas sociales, agitación en la calle. Por eso va a aprobar una medida por la cual será terrorismo y condena criminal resistirse a la voluntad del Gobierno expresada en sus brazos de coerción, es decir, al policía. Como yo le estoy diciendo esto, seguramente me acusará de terrorismo por incitar a la gente a decirle a usted las verdades a la cara.
Señor Presidente, usted no quiere decirlo porque la Führer Merkel le amenaza desde el IV Reich que se ha instalado. No es una exageración, oiga, que lo dice hasta el Financial Times que como todo el mundo sabe es muy de izquierdas sin duda. Estamos metidos en mitad de una III Guerra Mundial, vuelvo a repetírselo, y no es una idea únicamente mía, sino de gente de esa que ha estudiado, tiene doctorados, ha dado clase en varias universidades, ha viajado por el mundo, ha leído mucho, mucho, habla varios idiomas, ha vivido diferentes procesos de crisis y recuperación, y a algunos también les gustan los deportes. Pero también ven que ustedes nos metieron una primera fase de Movimientos Financieros que ahogaron nuestra economía y ahora nos meten en una fase de Posiciones para hundirnos en el shock, en el miedo, en la angustia.
Solo le deseo que si algún día la sociedad se rebela, salimos a la calle, tomamos los poderes públicos, proclamamos una Asamblea Constituyente, convocamos un referéndum sobre la forma de Estado, disolvemos los partidos actuales y los obligamos a refundarse en partidos que atiendan a las ideologías políticas y no a las económicas, establecemos un sistema de elecciones realmente democráticas, nos salimos de la moneda alemana (llamada también euro) y establecemos pactos bilaterales con los países importantes, invertimos en educación e investigación. Si todo eso pasa y empieza con una mecha que la sociedad enciende. Si pasa y asaltamos su palacete en la Moncloa, ojalá usted esté ya camino del exilio en Berlín.
O lo va a pasar mal. Muy mal.
“Los recortes se aceptan por una de las fuerzas mas importantes de la humanidad, el miedo.”