viernes, 5 de abril de 2013

IMPROVISANDO

Bienvenidos al sabor cubano de "Tarambana Band", grupo de música del que formo parte con el que os traemos a todos un pedacito de nuestros ensayos, totalmente improvisados, para que os hagáis una idea de lo que podemos hacer con temas maqueados y estudiados. 


Algún día llegaremos a ser grandes, o por lo menos eso espero. Esperad a que mi tormenta y la de otro amigo haya pasado y entraremos de lleno en el Edén Musical. 


¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡SABORRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRR!!!!!!!!


Aquí un tema al que llamaremos "Disidente" y el cual estamos ensayando desde prácticamente cero.


Este es un tema totalmente improvisado sobre la marcha a fin de entretenernos en uno de los ensayos del grupo Tarambana Band. Sigue faltando otra voz y a la misma vez pianista Enrique (Quique) y el zumbadísimo guitarrista y a veces voz Alex.



Esta es la segunda parte del vídeo anterior.


jueves, 4 de abril de 2013

POBRE JUBERT

No sirve de nada llorar mas sólo quedan ganas de morir o, para que los más impresionables no se tiren de los pelos, de dormir eternamente rodeado de goteros para no hacer ni fuerza si quiera al tragar o abrir la boca. 

A Jubert lo tachan de prepotente, egocéntrico, arisco, tajante a la hora de decir las cosas e incluso inapropiado, y puede que sea todo cierto pero las circunstancias son las que son , no hay más que hablar. Porque siguen y siguen las paranoias visto desde el burladero, desde las gradas, siguen aconsejando la evasión, el entretenimiento ( graciosa palabra: "entretente" ). Con sueño, una lápida de cientos de toneladas sobre la espalda carga Jubert, este chico inglés de tan sólo 19 años, que podría preguntarse eso de ¿por qué me ha tocado a mí? y sin embargo se pregunta ¿ y por qué no? 

Delgado, haraposo y desarreglado por dentro y por fuera camina solitario y con la mirada perdida en el suelo para no tener que saludar a nadie, cuando tan sólo hacía unos pocos años era el ser más cariñoso y amable de la faz de la tierra. El incomprendido, el paranoico, el fugaz, el inservible... Sólo es comprendido por su fiel amigo Charli, un perro callejero de color negro y blanco al que adoptó por su mirada profunda y sincera, cosa que Jubert no consigue ver, por más que lo intente, en las personas.

Ha intentado por todos los medios subsistir en esta jungla de falsas e irreales bestias humanas que en vez de ayudarlo lo han hundido más y más, han girado la cara, se han cruzado de acera e incluso lo han apedreado en mitad del camino. Ha caído y se ha levantado una y mil veces el guerrero inglés con pasos firmes pero cansados, con la cara alta pero enferma, con ánimos de avanzar un metro más pero con los pies apuntalados al suelo. 

Lo que siente por dentro, la espera agónica de ciertos acontecimientos que esclarecerían sus penurias y la falta de respeto que experimenta en lo más profundo de su alma, entre otras cosas, hacen aflorar un demonio que todos llevamos en nuestro interior, algo insólito que nadie quiere ver del prójimo.
Pobre Jubert,  peca de victimista, de desolado y deprimido, de águila sin alas, de león sin dientes, de cobra sin veneno, de torero sin capote ni espada....pobre Jubert.
Empaticen, déjense de rencores absurdos postrados en el pasado y respétenlo, por lo menos eso que se lleve al inframundo, o ¿quizá ya estamos en él?

miércoles, 3 de abril de 2013

EROTISMO TRANQUILIZADOR

    -Me sabe mal haberte interrumpido -le dije-, pero es tarde y...
    Las lágrimas afloraron a sus ojos, resbalaron por sus mejillas, cayeron en grandes goterones sobre la funda del disco. En cuanto vertió la primera lágrima, el llanto fue imparable. Lloraba encorvada hacia adelante, con las manos apoyadas en el suelo, como si estuviera vomitando. Era la primera vez que veía a alguien sollozar con tanta desesperación. Alargué la mano, la posé en su hombro. Éste se agitaba sacudido por pequeñas convulsiones. En un gesto casi reflejo, la atraje hacia mí, Continuó llorando en silencio, temblando entre mis brazos. Se me humedeció la camisa, que quedó empapada de sus lágrimas y de su aliento cálido. Los diez dedos de Naoko recorrían mi espalda como si buscaran algo. Mientras sostenía su cuerpo con la mano izquierda, le acariciaba el pelo liso y suave con la derecha. Me mantuve en esta posición mucho rato esperando a que su llanto cesara. Pero ella no dejó de llorar.


  Aquella noche me acosté con Naoko. No sé si fue lo correcto. Ni siquiera hoy , veinte años después, podría decirlo. Tal vez jamás lo sepa. Pero entonces era lo único que podía hacer. Ella estaba en un terrible estado de nerviosismo y confusión; deseaba que yo la tranquilizase. Apagué la luz de la habitación, la desnudé despacio, con ternura; luego me quité la ropa. La abracé. Aquella noche de lluvia tibia no sentimos el frío. En la oscuridad, exploramos nuestros cuerpos sin palabras. La besé, envolví con suavidad sus senos con mis manos. Naoko asió mi pene erecto. Su vagina, húmeda y cálida, me esperaba. Sin embargo, cuando la penetré sintió mucho dolor. Le pregunté si era la primera vez, y ella asintió. Me quedé desconcertado. Creía que ella y Kizuki se acostaban. Introduje el pene hasta lo más hondo, lo dejé inmóvil y la abracé durante mucho tiempo. Cuando vi que se tranquilizaba, empecé a moverlo despacio y, mucho después, eyaculé. Al rato, Naoko me abrazó muy fuerte y gritó. Era el orgasmo más triste que había oído nunca.
Tokio Blues (Haruki Murakami)

martes, 2 de abril de 2013

CÁNDIDO (INTI ILLIMANI)


Rompió el ávido su cántaro
Ya no hay médico en lo póstumo.

Impondrán, célebre los cándidos,
su vorágine más poética,
su vorágine.

Vive esta plebe autóctona
como un desolado páramo viéndose tan mísera y decrépita
sin un santo fiel en la cúspide,
sin un santo fiel.

Sufriendo leyes maléficas
no hay más que subir los ánimos
al compás de un danzar telúrico
al cielo gritar nuestros cánticos, 
al cielo gritar.

Presiento que por lo empírico 
se ha enloquecido la brújula,
el clamor que tuerce los estómagos
va azuzando al fin los espíritus,
va azuzando al fin.

Cándido, libera tu rabia, cándido,
tu vieja ternura, úsala
para revivir tu lóbrega vida de Lázaro.
Cándidos con tanta esperanza cósmica
venid, porque al fin 
el ávido rompe su cántaro.

Antes que morir famélico
mártir de un destino trágico
más valdrá reconquistar por último
el honor de ser pueblo intrépido,
el honor de ser.
Inti illimani